Hoy me he levantado muy temprano. Aunque todos los años suelo madrugar este día, hoy va a ser diferente, muy diferente, o por lo menos eso espero.

Como se pasa el tiempo, hace casi diez meses que la Banda Municipal vino a mi casa a recogerme y si ese día tenía ilusión, hay otro en el que las ganas de que llegara no se quedan atrás. El año pasado fantaseaba con ese momento y ahora que ya está llegando, no sé cómo me apañaré. Hace un año ya estuve allí, en el sitio indicado y a la hora mágica. No quería perderme ese momento. El año pasado, durante los ensayos del mes de agosto, cuando a mi ni siquiera me habían recogido, escuchaba los comentarios que los más veteranos les hacían a los «pollos». No pollos de corral, ni mucho menos, pollos, es el mote que se nos pone a los recién llegados nada más entrar: cada vez queda menos, ya veréis, por mucho que os lo imaginéis, no es lo mismo.

Pero bueno, de eso ya ha pasado un año. Menudo lío he llevado con esto de ser músico, desde Santa Cecilia no he parado. La recogida, el concierto, la cena y la misa, aunque la verdad, es que a esta última no fui, porque mientras otros estaban en misa, algunos estábamos en un bar tomándonos algo. Ah, y además me apunté con Pedro al parchís, también estaba empeñado en que nos apuntáramos a la gachamiga, y yo le dije:
– ¡Pero si ninguno de los dos sabemos hacer!
– Pues nada, pasamos — me dijo él.
Eso fue en noviembre, y ya no hemos parado. Antes de acabar el año, toqué con la Juve en el concierto de La Paz y el día de Nochebuena con la Muni en la Música en la calle.

Llegó el nuevo año y seguimos, una cosa detrás de otra con la Cabalgata de Reyes, San Antón, otra vez con la Juve en el entierro de la Sardina además de las clases en el instituto y los ensayos para preparar el concierto del Ecuador Festero. Otras veces había ido con mis padres, pero en esta ocasión estuve en un lugar diferente, en el escenario.

Seguimos ensayando sin parar y entre ensayos, actuaciones, las clases del conservatorio y estudiar todos los días instrumento. Casi sin darme cuenta, llegó el verano. Tuvimos unas semanicas de vacaciones con la Banda y en agosto, otra vez a ensayar que hay que preparar las Fiestas. Y con preparar, me refiero a todo lo que hay que tocar en los desfiles y el concierto del día 4, porque hay que ver que programa ha preparado el director. Hemos tenido ensayos dos o tres noches a la semana, y además tempranico, con lo que si me voy a la piscina con los amigos me tengo que venir antes que los demás, pero bueno como me gusta lo que hago, no me importa mucho. El mes de agosto se ha pasado casi sin darme cuenta, como disfruté la noche de los pasodobles, en el concierto y en la cena que hicimos por cuerdas casi todos los de la Banda y dos días después, el pasacalles y la romería, menudo finde.

Unos ensayos más y nos plantamos en la entraíca del día tres. ¡Cómo nos los montamos los de la fila! cenamos en los Maseros y luego nos fuimos a desfilar y menuda fiesta nos pegamos después. Al día siguiente a las seis de la tarde teníamos en el teatro la prueba de sonido, y en cuanto terminamos el concierto, fui a casa y me cambié para irme otra vez con los de la fila. Aunque no me he retirado muy tarde, porque hoy había que madrugar.

«¡Nene!», me ha gritado mi padre, «¿te vienes o qué?» Le he dicho que ya voy, que solo me falta coger el atril de calle y los papeles, pero no es verdad, me he quedado empanao pensando en todo esto y aún no me he vestido, pero bueno. «Ya estoy», le he dicho a mi padre y hemos salido los dos corriendo para el Paseo. Todos los años nos vamos los dos el día 5 temprano a esperar a la banda de los Maseros, mi madre se va con sus amigas a su comparsa. Yo este año no me lo he querido perder y a las ocho y media de la mañana ya he ido vestido de músico y con el instrumento, porque si no, luego no me daba tiempo a cambiarme de ropa, ya que a las diez habíamos quedado para ir a recoger a las regidoras.

Me gusta mucho ese rato de llegar al paseo con esa mezcla de nervios y de emoción de todo lo que está por venir. Allí nos tomamos las pasticas que prepara, según me contó mi padre, un socio de la comparsa. Mientras, van llegando los músicos y los Maseros. Cómo me gusta escuchar ese primer pasodoble que interpretan y, a continuación, a desfilar hacia la sede, almorzar y luego a por las madrinas.

Pero este año no ha sido así, cuando íbamos por la mitad de la Corredera me he salido del desfile y me he ido al sitio donde habíamos quedado, que era cerca de casa de la Regidora. Pocos minutos después de las diez nos hemos puesto en marcha. Primero hemos ido a recoger a la Regidora Mayor, hemos estado un ratico allí mientras nos hemos tomado algo y enseguida a por la infantil y más de lo mismo. Hemos estado allí otro ratico, una cerve, que el calor va apretando, y enseguida para la Plaza de Santiago. Una vez allí, hemos escuchado el pregón, tocamos Villena Festera y a continuación, la Fiesta del Pasodoble. Menuda obra llevábamos, cómo ha aplaudido la gente cuando pasábamos, no sé si porque les ha gustado, que espero que si, o porque era el primer desfile de nuestras Fiestas. Cuando hemos terminado, nos hemos tomado algo fresco mientras llegaban las demás bandas de música y rapidico para casa a comer y a prepararme para la Entrada.

He llegado a casa, hemos comido, aunque no se lo que me ha pasado hoy que no he podido comer mucho, tenía un nudo en el estomago que no me dejaba comer y mi madre, «No se te vaya a ocurrir beber, primero no tienes edad, y que con lo poco que has comido…» Después, me he puesto el traje de invierno, qué elegantes vamos, pero con el calor que hace vamos a sudar que no veas y a correr desde mi casa hasta la calle Nueva, que muy cerca no está.

Cuando he llegado, la gente me dejaba pasar, hasta los delegados de la Junta Central de Fiestas, que hay alguno que más que delegado parece un agente de tráfico, pero el traje de músico parece que da inmunidad o algo parecido, por lo menos este día y a esta hora. Poco a poco hemos ido llegando todos y todas, la mayoría con las gaficas de sol puestas, y nos hemos hecho algunas fotos para inmortalizar el momento. En la acera estaba mi padre, que sin decirme nada se ha plantado allí antes de las tres y media de la tarde para vernos o, como me ha dicho después, para verme, ya que me ha confesado que desde que entré a la Banda en noviembre era el momento que más esperaba.

Hemos formado y Pedro ha recorrido la Banda desde el primero al último para comprobar que todos estábamos en nuestro lugar, cada vez estaba más nervioso y desde mi puesto he visto como Ruper alzaba la bandera. Ahora sí que sí, ¡uf! que nervios, suena el bombo y en el poco tiempo que ha habido desde ese momento hasta que hemos empezado a tocar, he mirado al cielo y he dicho que sea lo que Dios quiera, pero yo estoy haciendo lo que me gusta. Hemos comenzado a tocar, bueno, la verdad es que yo casi no he podido, y menos cuando hemos empezado a andar, entre llevar el paso, que en este desfile es muy rápido, ver las caras de todos los que desde las aceras aplauden, ríen o lloran y mirar a mi compañera que no ha parado de llorar ni un momento, ha sido complicado.

El desfile se ha pasado muy rápido, pero lo he disfrutado como nunca, no sabría explicar con palabras lo que he experimentado durante todo el recorrido, pero sí que ha sido totalmente diferente a lo que había sentido otros años, he llorado, he reído……. he flipado, ha sido una experiencia increíble. Ahora a mi casa a ponerme mi traje de Masero, que he quedado con los de la fila para ver un rato la Entrada y luego a desfilar. Sé que lo pasaré bien, que lo voy a disfrutar, pero será totalmente diferente con lo que he vivido y sentido esta tarde con la Banda.

Maricruz Rojas Tomás
Cronista Banda Municipal de Música de Villena
Fotos, A. Gómez
Artículo publicado en la revista especial Día 4 que fuera 2020

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